Por Ramón Peralta

Los fenómenos políticos como las elecciones no solamente nos muestran quiénes fueron los triunfadores y los perdedores de una contienda electoral, sino también nos hacen saber los rumbos políticos por donde anda una sociedad. Las elecciones pasadas nos dejaron ver bien claro que un gran sector del pueblo norteamericano todavía está preso por el atraso político a pesar de ser una sociedad que se precia y se enorgullece de ser la mas desarrollada del mundo. Un indicio de ese atraso no solo fue la escogencia de Donald Trump como presidente  en las elecciones del 2016, sino también, que después de haber demostrado la incompetencia nunca antes vista en el manejo de la cosa pública por un primer mandatario norteamericano, aún así, mas de 70 millones de votantes echaron el voto a su favor, en la todavía inconclusas elecciones de este año.

Las razones que expusieron la gran mayoría de sus seguidores antes y durante el proceso electoral, y que fueron recogidas por los medios, mueven a espanto. No fueron pocos los que expresaron que “Donald Trump era el líder mas grande que había dado América por sus prendas morales, por ser un impulsor del mandato divino y un decidido protector de las libertades de su pueblo.” Sin embargo, tanto su persona como la práctica política que llevó a cabo están completamente de espalda a estas aseveraciones. He aquí algunas de las razones:

En primer lugar, Donald Trump ha demostrado hasta la saciedad, en su manera de actuar y gobernar, que es un personaje que no tiene el mínimo respeto por los valores humanos y por las tradicionales instituciones que han moldeado el gobernar en América, las que en su  diario actuar de gobernante, puso en entredicho.

En segundo lugar, Trump dejo ver en sus actuaciones como gobernante, que es una persona que no tiene control sobre sus emociones, las que  puso por encima de la razón todas las veces que tuvo la oportunidad, por eso, las mentiras que salieron de su boca fueron incontables. En numerosas ocasiones se vio al Presidente haciendo mofas vulgares sobre adversarios políticos y personalidades de los medios, los que tradicionalmente han recibido el respeto de los ocupantes de la Casa Blanca en el marco de la libertad de prensa. En ese sentido, no fue una casualidad que prefiriera usar los medios sociales para comunicarse y relegado a un segundo plano los medios profesionales de prensa, a los que siempre puso en entredicho su manera de informar, calificándolos de “fake news”, “noticia falsa”. Su actitud en ese sentido, es propia de gente poco educada y carente de los elementales principios que debe tener todo hombre que asciende a tan alto puesto. En su actuar como gobernante dejó atrás el sentido común.

En tercer lugar, siempre trató con inconsideración a los ex presidentes vivientes, a los que muy pocas veces puso atención. Tradicionalmente, los ex presidentes han sido respetados y tratados con alta consideración por sus sucesores no importa que pertenezcan a una bandería política opuesta. Trump, sin embargo, no manifestó el mínimo respeto hacia los existentes ex presidentes: Obama, Clinton, Bush y Carter. Debido a esa conducta, esos ex presidentes se vieron obligados a responder sobre asuntos políticos de la presente administración como en ninguna otra ocasión, rompiendo una tradición en ese sentido.

En cuarto lugar, Trump como ningún otro mandatario, incentivó el divisionismo político y racial  de las presentes generaciones. Hoy la sociedad norteamericana ha vuelto a vivir el odio racial como en los buenos tiempos de Jim Craw y su epidemia racista de la primera mitad del siglo pasado. El inmigrante, contribuidor importante del proceso económico norteamericano, ha sido tratado como un paria y un indeseado ciudadano propenso al crimen y a la violación de los mas elementales principios de las buenas costumbres. Así, Trump emprendió una campaña para impedir la entrada de nuevos inmigrantes bajo las banderas del racismo y el desprecio.

Estas y otras acciones hacen de Trump uno de los personajes políticos mas descalificado para ejercer el poder y sin embargo, una gran mayoría consideró lo contrario, lo que deja ver, que a pesar del desarrollo de esta nación todavía está muy lejos de lograr esta meta en el campo político. Todo luce indicar, que la conducta de Trump es un símbolo importante en la imagen de muchos norteamericanos, algo que crea mucha preocupación en aquellos que aspiran a un mejor futuro para la nación.