Por Ramón Peralta

La llegada de Joe Biden a la presidencia pone fin a uno de los cuatro años mas desconcertantes en la historia política moderna de Estados Unidos. La salida de Trump pone a la política norteamericana en el sendero de recuperar el viejo curso de la gobernabilidad, sobre todo con el retorno de la institucionalidad y el seguimiento a los procedimientos que norman las tareas de gobierno que tantas veces fueron violados en el curso de la administración Trump.

Durante los cuatro años de la administración Trump pusimos al desnudos muchas de las inconsistencias de su administración, que se caracterizó sobre todo por las constantes violaciones a los derechos humanos, en su campaña contra los inmigrantes a los que trató por todos los medios, no solo de impedir su entrada, sino en descalificarlos a toda costa del disfrute legítimo de derechos legalmente adquiridos. Me refiero a todas aquellas medidas que fueron puesta en marcha en contra de aquellos inmigrantes legalmente establecidos para impedirle el camino legal para reclamar familiares. Muchos de ellos también fueron sometidos a deportaciones arbitrarias por cometer faltas insignificantes.

En el orden institucional Trump desconoció los caminos tradicionales en conducir asuntos políticos tanto en el orden interno como externo.

En vez de ser un conciliador, como todo mandatario en el ejercicios de sus funciones, Trump fue un polarizador, conduciendo a constantes confrontaciones basadas en un vulgar racismo. No se rodeó de buenos asesores y aquellos que lo fueron, no duraron mucho tiempo en la administración. Mas de 14 altos funcionarios abandonaron la administración por la imposibilidad de armonizar con Trump.

Los últimos días de su gobierno los dedicó a desconocer los resultados de las elecciones con acciones fuera de lugar y con un vulgar acto, que trajo como resultado el asalto al Congreso por una turba inspirada por él mismo y que dio lugar a que el prestigio de la democracia americana fuera cuestionado a nivel internacional.

Por último hay que señalar, que Trump gobernó para empoderar a la minúscula minoría rica en desmedro de las graves necesidades de la población, sobre todo en el presente momento en que la pandemia del Covi-19 ha sembrado el pánico en los sectores pobres.

Ante esta situación hemos de esperar que la nueva administración Biden, no solamente traiga la normalidad de la institucionalidad de la nación, sino también, que ponga en marcha medidas conducentes a resolver y a paliar muchos de los graves problemas que padece la nación en áreas como: la economía, la educación, la salud, medioambiente y en la política exterior para restablecer viejas alianzas y acuerdos internacionales que la administración Trump había echado por el suelo.

No hay lugar a dudas, que son muchas y graves las responsabilidades que habrá de enfrentar la administración Biden, sobre todo aquellas concernientes a los impactos en la salud y la economía que ha causado la pandemia. Por el momento, las medidas que ha anunciado poner en marcha, nos dan la esperanza de que podremos volver lentamente a la normalidad.

Hemos de recordar, que no importa las buenas intenciones que tenga la administración Biden en resolver los acuciantes problemas que ha heredado, es importante concederle el tiempo y el respaldo necesario para poner en marcha su programa, sobre todo, teniendo en cuenta los ataques obstruccionistas que podrán venir de los sectores del trumpismo apertrechado en el Partido Republicano y de aquellos grupos abanderados del racismo blanco, que adquirieron fuerza y preponderancia en la presidencia de Trump y que  por sus características no serán fácil de diezmar.

De todas maneras, tenemos que poner la esperanza en alto y el optimismo de que las cosas cambiarán, sobre todo para nuestros miles de inmigrantes que hasta hoy sufren el ostracismo y el desprecio de aquellos que consideran que la dignidad humana reside en el color de la piel.